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martes, 1 de diciembre de 2009

Ajustando

El calendario que usaba la cristiandad hasta la segunda mitad del siglo XVI era romano, el calendario juliano. Este calendario fue creado en el 46 a. C. y se basaba en el movimiento del Sol para medir el tiempo. Al ser romano carecía de año cero, además de que no llegaría a existir un año cero como el año del nacimiento de Jesucristo hasta que la religión cristiana no alcanzó su notable posición. El calendario romano comenzaba con la fundación de roma (ab urbe condita). El nombre, obviamente, hace referencia a Julio César, el emperador que decidió reformar el usado hasta el momento según criterios más precisos con la ayuda del astrónomo Sosígenes.

En el momento en que se decidió el cambio fue necesario ajustar las fechas. Ese año 46 a. C. fue conocido como el año de la confusión. Contó con 445 días, dos meses extra de 33 y 34 días entre noviembre y diciembre, y otro más intercalado en febrero. Dos años después, en el 44 a. C., se creó el concepto de año bisiesto. Con estas últimas modificaciones se reducía el error a tres días cada 400 años.

A pesar de parecer una cantidad aceptable, 1.622 años después el error ya era de más de diez días. En el concilio de Nicea, 325, se había determinado que la Pascua se conmemorase el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera. Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 de marzo, pero en 1.582 el equinoccio se fechó en 11 de marzo. No era posible cambiar las fiestas de semejante manera, por lo que el papa Gregorio XIII encargó la creación de un calendario más preciso. La solución fue añadir a la norma de años bisiestos el que los años múltiplos de 100 no contarían con ese día más, excepto los múltiplos de 400.

El calendario final tiene un error de un día cada 3.300 años. Ahora nos parece tan aceptable como le debió parecer a Julio César en su momento tres días cada cuatrocientos. Al igual que en el caso del calendario juliano, el motivo del nombre del calendario gregoriano es igual de obvio.

En el año 527, Dionisio el Exiguo, propuso que el calendario de los cristianos y por extensión el mundo occidental comenzara con la Encarnación del Señor (ab incarnatione Domini). Aunque no fue fijada hasta el año 607 por el papa Bonifacio IV. Inicialmente se fijó como fecha de inicio del año el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación y por tanto de la Encarnación) del año 753 ab urbe condita; luego se desplazó hacia el 25 de diciembre y el 1 de enero, en que se conmemora el nacimiento de Cristo, de manera que Dionisio el Exiguo no consiguió su propósito al no comenzar el año con el nacimiento.

Como en el primer cambio de calendario en Roma, fue necesario hacer ajustes y muchos días desaparecieron. En aquel 1.582 en países como Italia, Portugal, Polonia y España el mes de octubre saltó del día cuatro al día 15 perdiendo 11 días por el camino; otros como Francia, Bélgica y algunas zonas de los Países Bajos lo hicieron en diciembre. Los cambios para ajustarse al calendario gregoriano, utilizado en la actualidad como calendario oficial en todo el mundo, se prolongaron hasta 1.923. En ese año Grecia saltó del 1 de marzo al 15 de febrero. La lista completa de los ajustes en la Wikipedia.

Más información: Serviastro

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