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miércoles, 10 de febrero de 2010

Chrome

La capacidad de elegir siempre ayuda a que las cosas mejoren. Eso de la competencia motiva a que tu producto sea mejor. En informática eso es que sea más rápido, más ligero, más fácil de usar,... incluso más bonito.

En el mundo de los navegadores se han hecho muchos intentos de generar competencia, aunque el hecho de que Windows trajera instalado ya uno por defecto provocó que se convirtiera en un estándar de facto y al final acabara por superar a las normas del propio HTML. Los programadores y diseñadores cómodos aceptaron el: "si funciona en Explorer, vale".

Navegadores como Netscape Navigator consiguieron su parte, pero al final tuvieron que ceder y liberar su código fuente para que el proyecto siguiera adelante. En ese momento apareció el proyecto Mozilla, que dio lugar a Firefox (y después al cliente de correo Thunderbird). También estaba por allí el Opera, el Safari en Mac,... incluso el Lynx.

Gracias a la competencia se crearon nuevas funcionalidades como las pestañas, que evitaban tener un montón de ventanas del navegador abiertas. Esto llevó a guardar las sesiones. Tras muchas búsquedas y encontrar lo que te interesaba sólo cabía la posibilidad de añadirlo todo a favoritos porque una vez cerrado el navegador se perdía. Primero se guardaban las últimas pestañas y se reabría la sesión al arrancar de nuevo, pero después se pasó a poder guardar distintas sesiones y decidir cuál era la que querías abrir cada vez.

Esto el Google Chrome no lo llevaba, pero a partir de la versión 4.0 ya soporta pequeñas extensiones que amplían su funcionalidad. Entre ellas guardar sesiones.

Bienvenido por fin el Google Chrome.

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